PERSPECTIVAS MUSICALES ARGENTINAS
Biblioteca Nacional, Auditorio "Jorge Luis Borges", Agüero 2502, 1º Piso.
Sábado 3 de junio, 17.00
Componer música académica en Argentina es una tarea titánica, ya sea esa pieza para un instrumento solista, un cuarteto de cuerdas o una orquesta sinfónica. Los mecanismos actuales de producción, difusión y consumo que tiene este tipo de música son limitados, si se los compara con el de las artes plásticas. El hecho de estrenar una obra musical es un esfuerzo muy grande para el compositor, que generalmente queda todo en ese día, el del estreno, y es rara la vez que se vuelva a interpretar. Es interesante que en este contexto aparezca Música en perspectivas, composición contemporánea argentina, un proyecto que aúna a creadores musicales de dispares trayectorias y diferentes estéticas con el fin de escuchar sus obras, algunas ya estrenadas y otras inéditas.MÚSICA EN PERSPECTIVAS III, composición contemporánea argentina. Obras de Mariano Etkin, Guillo Espel, Martín Pavlovsky, Pablo Tarrats, Alejandro Juárez y Carlos Franzetti. Espel: Prismas I, para dos flautas procesadas (1993). Luis Rocco y Carina Alatere, flautas. Etkin: Distancias, para piano (1968). Andrea García, piano. Pavlovsky: Cuatro piezas presentadas por el compositor al piano. Tarrats: Buenos modales, para saxos soprano, alto y tenor, bajo eléctrico y batería (2001). Miembros de La Bandina: Pablo Monteys, saxo soprano. Pablo Berenstein, saxo alto. Facundo Ponce, saxo tenor. Natacha Moguilner, bajo. Rodrigo Margulis, batería. Marcelo Delgado, dirección. Juárez: Pieza en gris, para cuarteto de cuerdas (estreno mundial). Franzetti: Stringazo, para cuarteto de cuerdas (estreno argentino). Elena Buchbinder y Valentina González, violines. Ana Corrado, viola. María Lidia Estrada, violoncello. Entrada libre y gratuita.
El primer encuentro se produjo en septiembre del año pasado, interpretándose obras de Luis Arias, Martín Liut, Jorge Horst, Guillo Espel, Pablo Aguirre, Alejandro Juárez y Salvador Ranieri. La segunda edición en noviembre de 2005 contó con obras de Manuel Juárez, Gerardo Gandini y nuevamente Liut, Espel y Alejandro Juárez. En esas oportunidades el lugar elegido fue La Manufactura Papelera de San Telmo y con el valor de la entrada a siete pesos. En esta nueva edición del sábado 3 de junio, el encuentro se realizó en el Auditorio de la Biblioteca Nacional con entrada libre y gratuita. Creemos que es bienvenida la elección del lugar y el carácter de la entrada, dándole aún más coherencia a la idea pluralista del proyecto.
La música, como todos sabemos, es un arte del tiempo. Por eso mismo, hacer una reseña sobre obras que se escuchan por primera vez implica un gran esfuerzo, porque los recuerdos que uno puede tener sobre esa pieza musical que le impactó o aburrió, son una primera impresión que no puede ser corroborada con una segunda audición necesaria para ser más analíticos. Esta tarea se hace mucho más compleja si son seis piezas de estéticas contemporáneas, como fue el caso de este concierto. En definitiva, los recorridos musicales personales atravesarán el punto de vista del comentarista a la hora de escribir su artículo. Valgan estas salvedades para todo lo que viene a continuación.
En primer lugar se escucharon dos obras que se podrían emparentar entre si, pese a su distancia temporal de composición, por el manejo similar del material sonoro. Tanto Prismas I (1993), para dos flautas, de Guillo Espel (1959), como Distancias (1968), para piano, de Mariano Etkin (1943), exploran de manera abstracta las posibilidades sonoras de cada instrumento. Espel, alejado de su visión de folclore tan común en su producción, nos ofrece en Prismas I pequeños motivos repetitivos que son imitados de una flauta a otra. Etkin a lo largo de tres secciones de Distancias explora los distintos registros del piano, primero el agudo con motivos mínimos separados por grandes silencios, luego acordes con disonancias que se van moviendo de a poco y, para finalizar, la parte grave del piano, de la misma manera que fue realizada con la aguda, llegando a tocar las cuerdas interiores del instrumento.
Las cuatro piezas presentadas por Martín Pavlovsky (1962) al piano remitieron a una estética pianística de principios del siglo XX, por momentos al Debussy de los Preludios y a las Gymnopédie de Eric Satie, con la incorporación de ritmos locales –un malambo– y el uso expresivo de la voz en el clímax.
Buenos modales (2001) de Pablo Tarrats presenta, desde la elección de su instrumental, una marcada influencia de lo popular: tres saxos (soprano, alto y tenor), bajo eléctrico y batería. Dividida en tres secciones, en la parte central el material motívico es repetitivo, con un interesante juego de imitaciones entre los saxos y una línea de bajo muy expresiva. Las secciones de apertura y cierre hacen que el baterista pueda lucirse por la precisión con la cual ejecuta los ostinatos rítmicos, sobre los motivos mínimos primero y el flirteo sostenido de los saxos al final.
Las obras que cerraron el concierto presentaron una estética similar, tonal y melódica, ambas escritas para el tradicional cuarteto de cuerdas, formación clásica por antonomasia. La primera de Alejandro Juárez, Pieza en gris, que se ofreció como estreno mundial, presenta una sucesión de pequeñas secciones austeras, en las cuales la segunda y la final son las más pregnantes por su ritmo de marcha, con una melodía al estilo de un “aire popular” y texturas a lo Bela Bartok. La obra final fue Stringazo de Carlos Franzetti (1948), en calidad de estreno argentino. Luego de una introducción con giros tangueros, la obra transcurre bajo el ritmo de milonga marcado por el violoncello, con melodías convencionales que entretejen los violines y la viola.
Este Música en perspectivas nos permitió dar cuenta de las diferentes posturas de los creadores argentinos frente a la composición actual: un viaje de lo más abstracto a lo más convencional, pasando por cosas ya escuchadas y otras novedosas. Más allá de los gustos personales, es saludable y meritorio el hecho de que haya un espacio donde confluya, de alguna manera, la música académica argentina contemporánea.
Luciano Marra de la Fuente
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Obras maestras como el op. 5 de Webern datan de la primera década del pasado siglo y
ResponderBorrarcasos extremos de experimentación y abstracción musical como 4’33’’ de Cage datan de 1952. Lo que quiero decir es que si se trata de convención y tradición -o estereotipo-, una obra “atonal” puede correr similares riesgos a una tonal o diatónica -o que combine ambos elementos-.
Hay muchísima música, de la especie o categoría que fuere, que nos suena como carente de vida o pasada de moda. O no. Lo importante, más allá, del medio, materiales o marcos referenciales es que una obra nos movilice y tenga algún contenido distinto para ofrecer, que no suene en definitiva como algo ridículamente anacrónico. Independientemente de los cánones estéticos que tan obedientemente esperamos de Europa, me parece que en el ciclo se intenta una diversidad que busca romper con estos preconceptos.
Dos comentarios técnicos en relación a mi obra: la misma no posee una melodía al estilo de un aire popular, la obra es un deliberado aire popular construído sobre un moderado ritmo de chacarera de base. Si bien en algún sector del desarrollo trabajo sobre compases de 2/4 o 6/8, en las secciones finales aludidas el metro es de 3/4, por lo que difícilmente se halle presente un ritmo de marcha. Recientemente, y no menciono esto como una autopromoción, triste y de lamentar, sino como para reflejar la disparidad de criterios que a veces puede darse entre compositores, críticos y público, fue distinguida en un concurso en que participaron del jurado compositores como Francisco Kropfl, Gerardo Gandini, Martha Lambertini, Roque de Pedro e Irma Urteaga.
Si bien detesto este tipo de intervenciones, creo que eran necesarias para despejar algún tipo de equívoco.
Quisiera agradecer, por último, todo el apoyo y el interés manifestado por Tiempo de Música en el proyecto, sinceramente.
Alejandro Juárez