Una sólida versión musical permitió disfrutar esta obra de la madurez pucciniana, con una nueva producción basada en el universo de los grabados de Gustav Doré | Por Ernesto Castagnino
IL TRITTICO de Giacomo Puccini. Función del jueves 8 de mayo de 2025 en el Teatro Colón. Nueva producción escénica. Dirección musical: Beatrice Venezi. Director de escena: Pier Francesco Maestrini. Escenografía y diseño de video: Nicolás Boni. Iluminación: Daniele Naldi. Vestuario: Stefania Scaraggi. Codiseño de video (Suor Angelica): Matías Otálora. Elenco: Il tabarro: Fabián Veloz (Michele), Carla Filipcic Holm (Giorgetta), Mikheil Sheshaberidze (Luigi), Mario De Salvo (Talpa), Guadalupe Barrientos (Frugola), Fermín Prieto (Tinca), Carlos Ullán (Vendedor de canciones), María Eugenia Caretti y Nazareth Aufe (Amantes) / Suor Angelica: Marta Torbidoni (Suor Angelica), Guadalupe Barrientos (La Tía Princesa), María Luján Mirabelli (Abadesa), Daniela Prado (Celadora), Cecilia Díaz (Maestra de novicias), Laura Polverini (Suor Genovieffa), Tahyana Perret (Suor Osmina), Analía Sánchez (Suor Dolcina), Cintia Velázquez (Hermana enfermera), Marisú Pavón (Novicia), Tahyana Perret y Ericka Cussy Alcón (Hermanas legas), Natacha Nocetti y Lídice Robinson (Hermanas conversas) / Gianni Schicchi: Ricardo Seguel (Gianni Schicchi), Jaquelina Livieri (Lauretta), Santiago Martínez (Rinuccio), Guadalupe Barrientos (Zita), Pablo Urban (Gherardo), Marina Silva (Nella), Mario De Salvo (Simone), Eugenia Fuente (La Ciesca), Juan Salvador Trupia (Betto), Juan Font (Marco), Luis Gaeta (Mtro. Spinellocio), Iván García (Ser Amantio), Carlos Esquivel (Pinellino), Edgardo Zecca (Guccio), Tiziano Rodrigo González (Gherardino). Orquesta y Coro Estables del Teatro Colón. Coro de Niños del Teatro Colón. Director de coro: Miguel Martínez. Directora del coro de niños: Helena Cánepa.
La idea de que Puccini ideó cada parte de Il Trittico teniendo en cuenta las tres secciones del poema de Dante Alighieri (Infierno, Purgatorio y Paraíso) está instalada en gran parte del público melómano, pero sorprendentemente también de la crítica especializada. La cuestión posee un núcleo de verdad, pero una mala interpretación cimentó un error que pasa de generación en generación. Mosco Carner, biógrafo del compositor, hace referencia a un proyecto inicial en el que la ópera se sostendría en esa tripartición, plan que finalmente no se concretó. A tal punto no se concretó que las tres partes del Tríptico se fueron armando a medida que surgieron los argumentos y ni siquiera son obra de un único libretista.
Que, como se dice, Il tabarro corresponda al Infierno se admite por el sólo expediente de equiparar el mundo proletario y sus sufrimientos a los abismos infernales, lo cual revela más de aquel que sostiene la idea que de la obra pucciniana. Que una monja que se suicida (Suor Angelica) —sabiendo lo que para el dogma religioso significa el suicidio— suponga el paso por el Purgatorio, es, como mínimo, cuestionable. Pero asimilar el último episodio (Gianni Schicchi) con el Paraíso —el único tema extraído del poema de Dante, pero no del Paraíso ¡sino del Infierno!— solamente porque es cómico y finaliza con el dueto entre los jóvenes enamorados, bordea el absurdo. En Gianni Schicchi se cuenta la historia de un estafador, simpático sin duda, pero cuesta creer que exista una distinción teológica entre los pecados según los cometa alguien simpático o no.
La penúltima ópera de Puccini y la última que se estrenó en vida del compositor —Turandot fue estrenada post mortem— es una interesante incursión del compositor en el terreno de las óperas breves, al estilo de Cavalleria rusticana, I Pagliacci o Violanta, pero conformando un tríptico, o sea otorgándole una unidad. Ese hilo conductor, que va más allá de la disparidad de sus argumentos, lo encontramos en la música, en las maravillosas ideas musicales que el compositor, ya en su período de madurez, pudo enhebrar a través de estas tres historias.
No obstante lo dicho, el director de escena Pier Francesco Maestrini decidió darle a esta producción el marco del poema de Dante. En su propuesta, el espectador sería el propio Dante haciendo su recorrido y cada ópera funcionaría como una parada en ese camino de aprendizaje. La idea es interesante siempre y cuando no se pretenda hacer ese forzamiento de hacer coincidir cada pieza con un canto de la Divina Comedia, porque en rigor de verdad, las tres historias pertenecen más al Infierno que a ningún otro lado…
El diseño de escenografía de Nicolás Boni y el vestuario de Stefania Scaraggi crearon un ambiente lóbrego y pos apocalíptico donde los personajes se movían como espectros o zombis. Boni suele traer a cada escenografía una referencia pictórica y en este caso fueron los grabados que Gustave Doré realizó en 1861 para una edición del poema de Dante. El clima logrado era intenso y las proyecciones aportaron algunos elementos que nos situaban en las tinieblas infernales. El punto culminante lo encontró en Gianni Schicchi con el lecho de Buoso Donati sostenido por una pila de cuerpos muertos y desmembrados.
La directora italiana Beatrice Venezi realizó una concertación excelente manteniendo la tensión y el interés a lo largo de la extensa velada. Si bien el volumen de la orquesta no benefició a algunas de las voces, el problema radicó, quizás, en la elección de los cantantes. Bajo su batuta, la Orquesta Estable tuvo un muy buen rendimiento.
Fabián Veloz (Michele) y Carla Filipcic Holm (Giorgetta) en la escena final de Il tabarro, Teatro Colón, 2025
En Il tabarro, el barítono Fabián Veloz tuvo a su cargo el rol de Michele, al que dio la impronta necesaria de hombre hosco y amargado, pero conservando ese costado tierno al recordar los momentos en que su hijo estaba vivo y la familia era feliz (“Perchè, perchè non m’ami più?”). La soprano Carla Filipcic Holm, lejos de su repertorio habitual, encarnó a Giorgetta con buenos resultados en general, aunque no parece ser un rol en el que vaya a dejar un recuerdo imborrable. El tenor Mikheil Sheshaberidze completó el triángulo amoroso de esta tragedia con una voz tenoril de timbre agradable y buena proyección.
La italiana Marta
Torbidoni abordó su personificación del protagónico de Suor Angelica con una
técnica impecable que le permitió dar con todos y cada uno de los colores
necesarios para retratar a una de las heroínas predilectas de Puccini. La capacidad expresiva de Torbidoni compensa un timbre que no es
especialmente bello en todo el registro y su “Senza mamma” se coronó con ese
conmovedor agudo final que se va extinguiendo en piano hasta
desaparecer.
En Gianni Schicchi, la pareja de enamorados estuvo a cargo de Jaquelina Livieri y Santiago Martínez. Livieri abordó su aria “O mio babbino caro” —una de las más populares del repertorio y frecuente cierre de conciertos para las sopranos— con una delicadeza extraordinaria, aunque lamentablemente el ansioso aplauso del público tapó su última frase “babbo pieta, pieta!”. Por su parte, Santiago Martínez —quien ya había abordado el rol de Rinuccio en una producción de Gianni Schicchi en 2022 por la hoy desaparecida Ópera de Cámara del Teatro Colón— exhibió un bello fraseo en su aria “Firenze è come un albero fiorito”. El rol de Gianni Schicchi no representa un desafío en términos de virtuosismo, pero requiere de un cantante actor con suficientes recursos para cantar casi la mitad de la ópera fingiendo la voz de un viejo moribundo. Ricardo Seguel abordó con histrionismo y buena emisión su versión del estafador condenado al infierno.
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Guadalupe Barrientos (Zia Principessa) y Marta Torbidoni (Suor Angelica) en Suor Angelica, Teatro Colón, 2025
La mezzosoprano Guadalupe Barrientos fue la única cantante que participó en las tres partes y cada una de sus intervenciones resultó un placer a la vista y los oídos. Desde su primera aparición como la sufrida Frugola (Il tabarro) hasta la histriónica Zita (Gianni Schicchi), alcanzó su momento más sobrecogedor con la Zia Principessa en el dueto con la soprano en Suor Angelica, una de las escenas más perturbadoras escritas para la ópera. Barrientos transmitió con aplomo y potencia vocal toda la crueldad de esa mujer incapaz de perdonar a la sobrina por haber “manchado” la reputación de la familia al quedar embarazada siendo soltera.
Un resultado globalmente interesante tuvo este Tríptico pucciniano, desarrollado en una atmósfera oscura pero desplegado con brillo en lo musical, y con una entrega formidable en los elencos vocales.
Ernesto
Castagnino
ernestocastagnino@gmail.com
Mayo 2025
Imágenes
gentileza Teatro Colón / Fotografías de Arnaldo Colombaroli, Lucía Rivero y
Juanjo Bruzza
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